"RESPONDEME", de Susana Tamaro

"Respóndeme" es una novela contemporánea que nos habla de dónde y cómo se origina el odio, nos describe la crueldad, la violencia y el desamparo en nuestro mundo de hoy, y nos ofrece un nuevo enfoque del compromiso. La esperanza emerge desde el mismísimo núcleo de la desesperación. Utilizo el verano para escribir con mayor intensidad y también para dedicarme a mis lecturas pendientes: ya sabéis que de octubre a junio me dedico en exclusiva a los libros escogidos para leer en el club con mis compañeras. Así que desde el 2002, nada menos, junto a muchas otras novelas, aún me estaba esperando “Respóndeme” de Susana Tamaro. Hará ya 13 o 14 años ¡qué barbaridad! que leí “Donde el corazón te lleve” de esta misma autora. Una amiga a cuyos criterios literarios les presto mucha atención comentó dolida en aquel entonces que “Donde el corazón te lleve” no le había gustado porque le parecía injusto que de la saga femenina que protagonizaba esta novela: abuela, madre y nieta, fuera precisamente la madre, es decir, la representante de la generación del 68, a la que la autora dejase en peor lugar y la que más palos recibiera, cuando es sabido el alto precio que las mujeres de ese tiempo pagaron en afectos, desprendimientos e incomprensión por intentar cambiar el mundo y crear un espacio más amplio e igualitario para todos conjugando hasta lo inconjugable. Cada día estoy más convencida de que la memoria toma decisiones por sí sola sin contar con la voluntad de su dueño, el hecho es que esa frase se quedó guardada en la mía, al igual que otra que me compartió mi hermano, también en aquel momento: Tal vez Susana Tamaro -dijo- tuviera un padre déspota a pesar de su izquierdismo. El comentario vino a cuento de que Federico Fellini había apoyado y ponderado mucho a la autora, creo recordar, y que esa postura marcó en cierto modo el etiquetado del contenido político de “Donde el corazón te lleve”, ya que a Fellini siempre se le había identificado con la derecha italiana. Muchos años más tarde, en un encuentro con otro club de literatura italiano estábamos dilucidando sobre qué títulos y autores podríamos intercambiar: libros italianos traducidos al castellano y libros castellanos traducidos al italiano, y entre muchos otros de los que aporté recordé también los de Susana Tamaro y percibí de nuevo en la respuesta silenciosa la connotación que no terminaba de descifrar, el significado añadido que me colocaba sin saberlo en una u otra orilla. Si mi memoria atesoró para que no cayeran en el olvido todas estas impresiones está claro que de algún modo sabía que me iban a hacer falta en el futuro. Una de las riquezas de mi club de lectura, entre las innumerables que obtienes de él, es la de que me sirve para revisar mis ideas al escuchar las de los demás, en ocasiones el club te las reafirma y en otras te las cambia. Y con esa actitud de estreno y de pureza me adentro en cada libro tratando de huir de prejuicios e ideas preconcebidas. Al entrar en “Respóndeme” de inmediato notas que el trasfondo es altamente religioso y por fin comprendes todas las reticencias de las que hablaba en renglones anteriores debidas al vicio que tenemos de colocar en compartimentos la vida para sentirnos pertenecientes a… y no perdidos. Habría que comprobar siempre que el contenido del envase es el que corresponde a la etiqueta, y que todos entendemos lo mismo por dicho contenido y dicha etiqueta. Susana Tamaro nació en una familia de izquierdas laica y atea. En un análisis simplista podríamos llegar a la conclusión de que su actitud espiritual es una forma de rebeldía, pero eso sería dar muchas cosas por supuestas, también se ha dicho de ella que era comunista, papista, fascista… en fin, antagonismos con los que llegamos a la conclusión de que en realidad Susana Tamaro como persona y como escritora es indefinible e inclasificable, como todo el que sabe que el camino has de trazarlo tú y recorrerlo con tus pies, que los demás no pueden caminar por ti, aunque te orienten en cuanto a las dificultades y los escollos con los que te vas a encontrar. S. Tamaro es inclasificable como todo aquel que intenta analizar la vida huyendo de oráculos y estereotipos. Se puede y yo diría que se debe tener ideología pero no por seguidismo ni sectarismo, sino porque esta se aposente en valores que descubras por ti, si coinciden con los de otros pues miel sobre hojuelas, pero si no coinciden tampoco pierden valor, que algo sea mayoritario o minoritario no añade ni quita valía, en todo caso la mayoría da fuerza para la acción pero no es la razón en sí, dicho de un modo más simple: “coma caca que diez millones de moscas no pueden estar equivocadas.” Aunque sea una obviedad quiero añadir que se puede ser religioso y de izquierdas, ateo y de derechas… se puede ser santo siendo laico y cruel y perverso siendo practicante de cualquier doctrina, y viceversa. Nunca olvidaré al hombre que un día en los años setenta durante una reunión clandestina me dijo: la revolución hay que hacerla, a mí me da lo mismo que unos la hagan persignándose, y otros no, pero el objetivo común es que hay que llevarla a cabo. En una entrevista le preguntaron a Susana Tamaro por la fe y respondió que era un don que a veces le era concedido a quien no se lo merecía y que no obtenían sin embargo personas que lo buscaban con denuedo. En esa misma entrevista la autora dijo que la revolución que todavía teníamos pendiente era la personal, y ahí queda eso tan lleno de contenido. Yo añadiría que además es obligada. También recuerdo otra frase que Luis Fernando, mi marido, pronunció no hace mucho tiempo, hablábamos de que tal vez se estuvieran vaciando de contenido algunos conceptos sin que nos diéramos cuenta y que por eso yo me sentía un poco desorientada, que desconfiaba de algunas de las cosas que se estaban haciendo en nombre de banderas de izquierda y que tan poca diferencia guardaban con las de derecha a la hora de los resultados: Ten en cuenta Pili –me dijo- que históricamente los conceptos de izquierda y derecha son muy modernos, de lo que se trata y siempre se tratará es de ejercer justicia social, pero es evidente que debe de ser algo muy difícil de lograr cuando alguien siente privilegios de clase tan sólo por el hecho de comprarse un televisor con pantalla de plasma, cuando se establecen políticas en las que se convierte al ciudadano en un cliente que va por la vida diciendo: a ver aquí que me dan, en lugar de a ver que puedo dar yo para que esto mejore o se arregle. Soy un desastre para las citas textuales, pero espero al menos que se haya entendido la esencia porque ese es mi enlace con “Respóndeme”: Creo que ese libro es el ‘Qué puedo aportar yo’ de Susana Tamaro, ella ha escogido denunciar a grito pelado la crueldad que puede esconderse bajo las falsas capas de respetabilidad, y para ello pone en solfa todo lo que se institucionaliza como intocable: política, religión, ideología, partidos, familia… y eso está bien, hay que sacudir de polvo las alfombras, el de todas sin excepción, para que queden limpias y recuperen su color. “Respóndeme” nos propone un reto: el de la responsabilidad. Después admite cualquier discrepancia. Amo profundamente de mi club a las compañeras creyentes y también a las ateas, las amo por sus biografías personales tan grandes, pero sobre todo por la honradez con la que exponen sus opiniones y por la elegancia que han adquirido a la hora de manejar la controversia. Las amo porque son esenciales, porque desconocen por completo el contenido de la manipulación, y porque jamás serán manipulables, el club es el antídoto. Os dejo con esta propuesta literaria que a mí me ha removido profundamente y que invita a un debate lleno de matices. Un fuerte abrazo. Pili Zori